sábado, 29 de octubre de 2011

UNA EXTRAORDINARIA ALEGORIZACIÓN DE LO AMOROSO...


     Una extraordinaria alegorización de lo amoroso fue escrita en los albores de la historia humana, en la épica del Enuma Elish, poema acadio que canta la historia de Gilgamesh. Se trata del episodio de la humanización de Enkidu, el ser semisalvaje que vivía, libre y desnudo, junto a las fieras de los bosques y hablaba el idioma de los animales. Gilgamesh, para atraer a Enkidu a la ciudad de los hombres, ordenó que le enviasen una mujer, una vestal del templo que debería permanecer junto a él, viviendo en la espesura por varios días. Así sucedió: la vestal llegó hasta Enkidu y durante seis días y siete noches fue su mujer. Al término de ese tiempo, Enkidu se separó de ella y quiso regresar con las fieras; pero éstas, al verle, huyeron asustadas: no lograban reconocerle, no lograban entenderle. Enkidu, tras el contacto con la mujer, había dejado de ser animal y se había vuelto humano. Esta historia es el más expresivo epílogo para describir lo que el amor es: por sobre todo, experiencia transfiguradora.

jueves, 27 de octubre de 2011

FANNY Y ALEXANDER


Lo que vemos y lo que nos gustaría ver: posibilidades, a fin de cuentas, la una tanto como la otra. Voluntad de ver eso que quisiéramos: una apuesta, riesgosa pero apuesta al fin. De la voluntad de acercarnos a la realidad desde la intensidad y la forma de nuestros deseos trata Fanny y Alexander (1982), la última de las películas que Ingmar Bergman realizara para el cine. Ella nos muestra la posibilidad de descubrir, gracias a la imaginación, esas cosas maravillosas que la vida pueda ofrecernos. Es una propuesta que nos llega junto a tres escenas centrales del filme. En la primera de ellas, Oscar Ekdahl, director del grupo de teatro de la ciudad de Upsala y padre de Alexander, joven protagonista del filme, se dirige a los actores de su compañía y les habla del contraste entre el mundo del teatro, donde todas las cosas tienen un sentido y una armonía, y el mundo real: duro, áspero, pero, sobre todo, impredecible, y lo que es peor, frecuentemente absurdo. En la segunda escena, hacia el final de la película, un tío de Alexander, pronuncia un breve discurso ante toda la familia reunida: “Déjennos ser felices tanto como podamos. Déjennos disfrutar la vida. Es necesario, y no es vergonzoso, disfrutar de este pequeño mundo: de la buena comida, de los árboles que florecen, de la música...” Antes de esa exhortación, el mismo personaje había exclamado: “la maldad recorre el mundo como un perro rabioso”. En la tercera y última de las escenas, con la que, por cierto, concluye la película, la abuela de Alexander, matriarca de la familia Ekdahl, toma un libro de Augusto Strindberg y de él lee un breve fragmento: “Todo puede suceder, en el delgado marco de la realidad, la imaginación no cesa de girar creando nuevos patrones...”

Tres escenas que nos comunican una verdad que resulta imposible no compartir: la imaginación puede abrirnos las puertas hacia una vida más feliz. Sin embargo, hay un insoslayable matiz en esto: el descubrimiento de la felicidad está necesariamente relacionado con la vivencia de la infelicidad, el reconocimiento de la una como consecuencia de haber sufrido la otra.

En el filme, el personaje de Vergérus, Obispo de Upsala y padrastro de Alexander, abre a éste las puertas de un universo de puritanismo enfermizo y desquiciado. El contraste que establece el filme entre el mundo de Vergérus y el mundo epicúreo de la familia Ekdahl, nos conduce a una sola conclusión posible: los seres humanos podemos escoger vivir a plenitud o condenarnos a una existencia degradada: somos los únicos causantes de nuestra felicidad o de nuestra miseria.

miércoles, 26 de octubre de 2011

LEER, ESCRIBIR, VER CINE....


     Leer, escribir, ver cine: actos que, de manera muy distinta, me acercan al mundo tanto como a mí mismo. Me encierro en una sala, oscura y apacible, sentado en una cómoda butaca y envuelto por imágenes y sonidos que traen hasta mí rasgos del afuera: trazos que, a veces, identifico con mi rostro y mi camino. Leo libros; o me siento frente a la pantalla de mi computador o ante la página en blanco, y me acompaño por esas palabras con las cuales entiendo y comunico cuanto pudiera resultarme necesario comprender o decir... La película que veo me muestra simbolizaciones del mundo. La página que leo o la que escribo me centra en mi mundo. 


     Las imágenes que surgen sobre una luminosa pantalla, las voces que van apareciendo sobre superficies planas y claras... Signos, formas que me permiten entender ese tiempo que me rodea y ese tiempo que soy. Las imágenes son más rápidas y contundentes, también más aleatorias en su recuerdo; las voces, más lentas y persistentes en las opciones que ellas señalan... Aquéllas me golpean con fuerza, deslumbrándome, desconcertándome: reflejos de realidades que distingo dentro o fuera de mí; las palabras, ecos de opciones convertidas en espacios de experiencia, me van configurando muy lentamente en mis superficies, junto a mi destino...


martes, 25 de octubre de 2011

LA ESCRITURA ES...


La escritura es lo que cada escritor haga de ella. Personalmente, escogí convertirla en compañía y disciplina, espacio de autoconocimiento y orientación, de apoyo y siempre insatisfecha curiosidad, de actitud y estructura de vida. 

lunes, 24 de octubre de 2011

A LA PREGUNTA...

     A la pregunta ¿qué busco al escribir? He ido hallando en el curso de los años mi respuesta: escribo para expresar descubrimientos y curiosidades, para organizar comprensiones, para enfrentar la interminable confusión de casi todo. Escribo mucho más que para expresar el mundo, para reconocerme en el mundo. Escribo para conjurar el natural desconcierto o el tedio. Escribo para hacer señas con mis voces tratando de llamar la atención sobre esas palabras que pronuncio en medio del infinito vocerío del mundo. Escribo porque escojo; porque es imposible decirlo todo, y escribir me enseña a no decir de más, tampoco de menos: sólo lo preciso, lo necesario. Escribir me enseña, pues, a callar. O lo que es lo mismo: escribir me ha enseñado a valorar el silencio. Paradójicamente, quizá escriba porque aprendí a amar el silencio.

domingo, 23 de octubre de 2011

UNA ORDEN IMPERIAL EMANADA DE CARLOS V...


      Una orden imperial emanada de Carlos V que desautorizaba el cultivo de lo imaginario y prohibía las novelas, imprimió una honda peculiaridad en los primeros tiempos de nuestra literatura latinoamericana. Durante los tres siglos coloniales se prohibió la imaginación en la América española. La verdad y el poder eran normas divinas que no se podían vulnerar. La literatura se hizo deudora, más que de la imaginación, de la seducción. Tenía un carácter anodadador: buscaba convencer en la seducción de la retórica. La literatura escrita en la América española se emparentaba más al ingenio que a la imaginación, más a la simulación que a la expresión directa. Estética del disimulo: fantasía metamorfoseada en agudeza; estética del enmascaramiento y de la ambigüedad. Verbalidad, verbofagia, verborrea: profusa palabra que se abre y se muestra o se cierra y oculta. Palabra abanico. Palabra femenina que seductoramente juguetea con las apariencias. Palabra insinuación. Palabra atrapante y embrujadora. Nuestra literatura del tiempo colonial articula signos particularmente femeninos en la reproducción del juego sutil de la seducción, del ascendiente a través del poder de la apariencia, de la importancia fundamental de la forma que, sutil, se muestra y, cautivadoramente, atrae. Trascendencia de la forma que nos define, del ropaje que nos viste, de la máscara que nos cubre, del lenguaje que utilizamos. Desde los siglos coloniales, la individualidad hispanoamericana se ha apoyado, con fuerza, en la imagen proyectada. Parecer termina siendo tan importante entre nosotros como ser. La forma opaca la verdad. La representación se convierte en verdad.

     Si una de las constantes de nuestra literatura ha sido la seducción de la forma; la otra, casi como actitud opuesta, fue la obsesión por hurgar en nuestro cuerpo histórico: palpar el pasado para plantearnos ciertas interrogantes: ¿qué somos los latinoamericanos? ¿qué hemos sido en el tiempo? ¿en qué nos hemos convertido? En las respuestas a estas preguntas, se inicia uno de los espacios esenciales de nuestra literatura: la interrogación a una historia que nos defina, a una legitimidad que nos represente, a una ilusión que nos sostenga. Nuestros escritores parecieran haber sentido desde siempre la inescapable fuerza de las relaciones entre los tiempos. Las nociones de presente y porvenir se apoyan en el conocimiento del pasado. Obsesión por indagar en la memoria y rescatar algunas de sus imágenes evanescentes.

sábado, 22 de octubre de 2011

UNA PELÍCULA RECIENTE: "EL EXTRAÑO CASO DE BENJAMIN BUTTON"

Una película reciente, dirigida por David Finch, e inspirada en un cuento de F. Scott Fitzgerald, El extraño caso de Benjamin Button (2008), presenta eso que, en principio, pareciera ser la versión opuesta a la decadencia del tiempo: una vida que, desde un paradójico comienzo de senilidad infantil, va encaminándose en fantástica regresión, hacia un punto de partida que es, también, un final. Ideal humano de siempre: que la sabiduría de la vejez habite en un cuerpo joven y fuerte; pero, tal y como lo muestra el filme, el anciano Benjamin está destinado, igual que todo ser humano, a desaparecer. Avance irreversible hacia el deterioro y la desaparición, el paso de Cronos significa desgaste, y, a la larga, desvanecimiento. Sin embargo, vivir acaso signifique, sobre todo, construirnos en medio de kairos: al lado de ideales, fantasías, actitudes, ilusiones, propósitos... Crecer en una espacialidad que nos vaya centrando alrededor de espejismos y escogencias; haciendo de nuestra imaginación y lucidez visibilidad y orientación, un instrumento con el que diseñar personales alegorías del universo. No se trata, desde luego, de confiscar la realidad, sino de colocarnos frente a ella siempre muy cerca de esa temporalidad a la que los griegos dieron el nombre de kairos.

viernes, 21 de octubre de 2011

UNA EXTRAORDINARIA PELÍCULA: DOGVILLE...


Una extraordinaria película Dogville (2003), (extraordinaria en el más literal sentido del término: absolutamente inusual: dos horas de filmación que transcurren dentro de un escenario limitado a una serie de rayas que señalizan espacios: casas, lugares), dirigida por el danés Lars von Trier, muestra la desmitificadora versión de las proximidades humanas. Y crudamente evoca el viejo adagio: “Pueblo pequeño, infierno grande”.

Dogville (literalmente ciudad de perros o “ciudad perra”; en realidad no ciudad: apenas pequeño villorrio poblado por unos pocos vecinos), es un lugar que recibe un día la inesperada visita de una joven que huye de unos gansters. Inicialmente los habitantes de Dogville ofrecen su protección a la joven; pero esa primera actitud va transformándose poco a poco en cruel intromisión que llega a alcanzar el sadismo. La joven es victimizada por el pueblo entero, al punto que, en un determinado momento pareciera como si fuese a ser aniquilada por ésos quienes, al principio, le habían brindado afecto y protección. Sin embargo, el sorpresivo desenlace del filme revierte esa posibilidad: el ganster del que huía la joven era, en realidad, su padre, quien decide vengar las muchas humillaciones que ha sufrido su hija, asesinando a todos los pobladores de Dogville.

Alguna vez dijo Borges que la historia universal podría resumirse en algunas metáforas. Quizá, y muy paradójicamente, en el ínfimo villorrio que es Dogville, con su indefinición de espacios y su excesiva proximidad entre personas y tensiones; con su creciente atmósfera de una violencia sorda y total al interior de espacios empequeñecidos, irreales superficies de límites virtuales, encarne cierta metáfora del mundo humano de hoy: con todas sus saturaciones y forzosas cercanías.

jueves, 20 de octubre de 2011

EL RECONOCIMIENTO DE LOS OTROS...

El reconocimiento de los otros y lo que ese reconocimiento signifique: fama, respetabilidad, dinero, no debería ser suficiente para el ser de palabras que avala su obsesiva entrega a su juego en la necesidad de enriquecer su vida llenándola de sentido. Por encima, muy por encima de reconocimientos traducidos en fama o en dinero, su dicha reside en esa potestad de convertir su pasión en designio y derrotero.

miércoles, 19 de octubre de 2011

DENTRO DEL LABERINTO...


Dentro del laberinto será la devastación del albur, el desconcierto de los pretéritos extrañamente conjugados, la incertidumbre de tortuosos pasadizos, la duda en medio de todas las formas de indefinición, la incineración de pasos y actos y argumentos, los lazos y comuniones convertidos en cadenas que nos sujetan a sitios sin escapatoria, el inagotable escepticismo, el desvanecimiento en un tiempo a la deriva. Dentro del laberinto es la construcción de itinerarios sin destino, los recorridos estériles, la huella indescifrable, el rumbo informe, el espacio en blanco, la petrificación y el hastío de tantos y tantos días desgastados.

martes, 18 de octubre de 2011

LA VOZ, LA ESCRITURA...

La voz humana se hace eco de sus ahoras y a ellos se asemeja. La escritura, por el contrario, vive más por sí misma, al margen de las circunstancias que la generaron y dentro de un universo de formas propias ajenas a cuanto no sea el sentido de su diseño verbal.

lunes, 17 de octubre de 2011

MI MEMORIA

Mi conocimiento del mundo va construyénse a través de mi memoria. Ella me permite mirar con mayor lucidez o intensidad el presente que me rodea. Mi memoria se alimenta  con nuevas intuiciones y discernimientos. Ella significa mucho más que sólo recordar: acaso sea una manera de rehacer el tiempo. Es selectiva. Interviene. Rehace. Deshace. Me dice que la realidad de las cosas es la manera como las reescribe mi evocación. Contradictoriamente, conviven en mi memoria olvidos y obsesiones. Certera o no,  es siempre orientadora. Sin ella estaría condenado a ser mi propio olvido.

domingo, 16 de octubre de 2011

NOSOTROS CONTRA VOSOTROS...

Nosotros contra vosotros... Todo el espacio, todo el largo recorrido de la historia humana: de sus guerras, de sus parcelaciones, de sus miserias y grandezas, de sus ritos de odio y devoción, de su sangre y sus penurias, de sus banderas y sus himnos, nace en este sentimiento de un yo-nuestro agrupador de tribus, primero; después, patrias; luego, culturas en el tiempo.

sábado, 15 de octubre de 2011

ESCRIBIMOS COMO VIVIMOS...

Escribimos como vivimos: con fragilidad o abundancia, con parca perfección o con desbordada elocuencia, con lucidez alerta o perdidos en los cálidos laberintos de una desorientada conciencia, con placidez o con odio, con segura confianza o con temor, con indiferencia hacia el otro o con las manos permanentemente tendidas hacia él.

viernes, 14 de octubre de 2011

LOS COMPORTAMIENTOS SEXUALES DE CIERTOS INSECTOS...

Los comportamientos sexuales de ciertos insectos recuerdan, en grotesca y a veces terrible alegoría, versiones posibles de las relaciones amorosas entre los seres humanos.

jueves, 13 de octubre de 2011

DIJO SAINT-JOHN PERSE...

 Dijo Saint-John Perse; “el hombre nace en la casa, pero muere en el desierto”. Nacemos en ese lugar del cual nos vamos apartando a medida que avanzamos en nuestro vivir. Forzosamente nos alejamos de eso que fue nuestro comienzo.

miércoles, 12 de octubre de 2011

DE LO QUE SE TRATA...


La comunicación, desde luego esencial a toda escritura, no es la única razón por la cual escribe un ser de palabras. También lo hace para sí mismo: para hablarse y entretenerse, porque le place hacerlo, porque no puede vivir sin hacerlo, porque está en su destino hacerlo. Y su escritura se convierte para él en su descubrimiento, en su apoyo, en su juego. Jugar con las palabras: apasionante entrega a un esfuerzo que se propone extraer de las voces sus muchos significados posibles y combinar sus sonidos y relacionar sus texturas; que trata de dibujar y tallar y esculpir esa materia prima que son las palabras. Ningún escritor, genuino y honesto escritor realmente merecedor de tal nombre, podría imaginar siquiera modificar su escritura en beneficio de la atención de los lectores. De lo que se trata, de lo único que podría tratarse para él, será de vivir para su escritura y no necesariamente de vivir de ella. Para algunos seres de palabras, el resultado de su juego logrará, afortunadamente, coincidir con eso que muchos lectores quieran leer o disfruten leer o necesiten leer. Será, entonces, el afortunado hallazgo del libro que logró encontrarse con el gusto de su tiempo. En general, suele ser la distancia de los años la que determina la trascendencia de los libros; pero, a veces, alguno en particular logra muy rápidamente reconocimiento y éxito. Es el libro que fue capaz de traducir certeramente algún significado particular en las comprensiones humanas, que logró ejemplarizar alguna forma de referencia. Fijación temprana del libro que supo qué decir y de qué manera hacerlo, que logró expresar algo que llegó a borrar para siempre alguna forma de silencio; o que descubrió entonaciones que, a partir de él, se hicieron tonalidad reconocible por entre todos los paisajes humanos. En ocasiones, algunos textos van más allá y llegan, incluso, a coincidir con significados comprensibles en todos los lugares y en todas las épocas. Será, entonces, el caso privilegiadísimo de libros atemporales consagrados por las infinitas lecturas de los hombres: encuentro perenne entre las voces que un ser de palabras vivió, concibió y escribió en un momento y un lugar determinados y las comprensiones que los hombres de todos los tiempos y de todos los lugares arrojaron sobre ellas. Unos y otros: los inolvidables y los olvidados, los famosos y los desconocidos, los publicados en tirajes de millones de ejemplares y los editados en apenas unos cuantos centenares: todos los libros, si merecen realmente su nombre, si son la consecuencia del esfuerzo genuino de un ser que creyó en su obra y que lo apostó todo a ella, existen. Están allí y forman parte de las visiones humanas. Son un signo. Poseen un valor.

Pero cambian los tiempos y, junto con ellos, cambian también las herramientas de la escritura y los mecanismos de su recepción. Nuestra época de desasosiegos y de prisas ha conocido la llegada de la Internet: comunicación virtual dentro de los ilimitados lugares del ciberespacio. Para un creciente número de seres de palabras, la Red se convierte en morada posible para sus voces; un sitio dentro del cual ubicarse o en el que poder desplazarse; un territorio donde permanecer y donde ser percibidos. Dentro de la Red, las palabras existen para ser leídas por todo aquél que pueda contemplarlas. Ella funciona, de un lado, como una colosal imprenta virtual capaz de permitir a todo ser de palabras publicar inmediatamente cuanto escriba; del otro, como una infinita biblioteca en la que pueden contemplarse todas las voces, vislumbrarse todas las imágenes, escucharse todas las ideas. La Internet ha significado la libertad de una escritura que se mueve hacia todos los lugares; más independiente del juego editorial de los mercados y de la promoción de libros, más capaz de darse a conocer por sí misma... Y, a fin de cuentas, ¿no fue ése, no debió haber sido siempre ése el propósito esencial de la escritura literaria, la razón de ser de las voces escritas?

Stendhal dijo haber escrito sólo para el futuro: para ser leído, entendido y apreciado por los lectores del mañana. En el futuro está dibujado el destino de los libros. Él los confirma, los consagra o los olvida. Pero ante el impredecible futuro de las valoraciones; relacionadas, a veces, con las más imprevisibles, mercenarias y aleatorias de las razones: moda, oportunidad, suerte, prestigios creados, existe, muy real y corpóreo, el presente de la escritura: ese tiempo que significó muchas cosas para quien lo vivió, para quien lo construyó: evento, compañía, desahogo, justificación, refugio, rescate, juego...

martes, 11 de octubre de 2011

CON CIERTOS LIBROS...

Con ciertos libros dialogo, reconociendo en ellos rasgos de mi propia voz y de mi propio rostro.

domingo, 9 de octubre de 2011

VIEJÍSIMA ILUSIÓN...

Viejísima ilusión del hombre: que las palabras sean eternas y que ellas lo eternicen; que fijen sus ideas, sus sentimientos o sus creaciones; que, por ellas, sus huellas permanezcan aún después de su muerte, que ésta no signifique su total desvanecimiento.

sábado, 8 de octubre de 2011

LO LLENO Y LO VACÍO...


Lo lleno y lo vacío en la escritura literaria: dialéctica de lo disímil; lo vacío o lo olvidado que puede ser cubierto: rebosadamente verbalizado desde la exuberancia de una palabra que testimonia, fantasea o recuerda. Una escritura que evoca memorias y, al hacerlo, inventa, logra cubrir el vacío de muchísimos olvidos y silencios; y, ante muchas referencias ausentes y muchas memorias desdibujadas, contrarrestar el olvido y la ignorancia.

viernes, 7 de octubre de 2011

EN UN PAÍS DE CORTA MEMORIA...

En un país de corta memoria como Venezuela, volver los ojos al pasado es arrancar la historia de una gruesa amalgama de mitos y odios, de panteones y olvidadas fosas comunes.

jueves, 6 de octubre de 2011

EL IDEÓLOGO, EL ESCRITOR...


Imre Kertsz, escritor húngaro, galardonado con el Premio Nóbel del año 2002, y sobreviviente de los campos de concentración de Auschwitz y Buchenwald, escribió una conferencia: “El intelectual superfluo”. En ella contrastaba la experiencia de vivir de un ser humano con la falsa vida de todo individuo que somete su existencia a los dictados de las respuestas ideológicas. Las genuinas vivencias humanas, dice Kertesz, siempre desconcertarán a los individuos incapaces de vivir y de ver las cosas por sí mismos; comprometidos, sólo, con fórmulas, recetas y mandatos dictados por otros. Por eso se aferran a la ideología: simplificación o caricatura de la idea. Un escritor; esto es, un artista, un creador: individuo necesariamente comprometido con hallazgos y verdades descubiertos en su propia vida, no podría sino distanciarse del ideólogo creyente sólo en esas razones que aprendió a obedecer.

miércoles, 5 de octubre de 2011

EL SER DE PALABRAS SABIO...

El ser de palabras sabio (y de algún modo, parecería como si los seres de palabras fuesen los más capaces de llegar a conocer la auténtica sabiduría) intuye que la vida sólo puede conocerse viviéndola. Sabe que si logra conservar su lucidez y permanecer atento a cuanto suceda a su alrededor, nunca dejará de aprender. Sabe que, a medida que los años avancen, conocerá más cosas, que nunca cesarán los fascinantes descubrimientos; pero sabe, también, que sus aprendizajes dependerán, sobre todo, de su actitud ante cuanto el camino le muestre. Adivina que los cielos o infiernos que en ese camino lo acompañen dependerán, sobre todo, de sí mismo. El ser de palabras se sabe y se asume caminante. ¿La regla de oro del caminante? Vivir el día a día. Optar por la pasión de vivir y por la curiosidad inacabable ante la vida. Aprender de las alternativas siempre impredecibles, eventualmente maravillosas, que la existencia le ofrezca.

martes, 4 de octubre de 2011

EN UN CURSO QUE DICTÉ HACE POCO...


En un curso que dicté hace poco, se trató en algún momento de eso que Umberto Eco llama “tecnología destructiva”. En un trabajo escrito, uno de mis estudiantes sostuvo con extraordinaria lucidez que algunos de los signos más emblemáticos de esa “destructividad” de lo tecnológico estaba muy relacionada con la así llamada “industria del ocio”. Desde luego, cuando pensamos en tecnología destructiva es ya un lugar común referirse a la proliferación de armas capaces de aniquilar a cualquier adversario; y de convertir la guerra en algo mucho más terrible de lo que siempre ha sido, arrojando el resultado de desenlaces sin vencedores ni vencidos. Pero leyendo el trabajo de mi estudiante, vino a mi mente la visión de esa crecientemente poderosa industria de videojuegos donde cobra mayor importancia la creación de espacios virtuales en los que penetra un jugador para vivir experiencias paralelas a la de su propia vida.

Si en el terreno bélico, la tecnología ha llegado a ser capaz de calcinar muchísimos hombres y muchísimos espacios, algo parecido sucede en el mundo de la industria del entretenimiento, en que cada vez más y más seres humanos se entregan a la aventura de vivir existencias virtuales dentro de universos irreales donde descubren aventuras, amistad,  amor...

Aniquilación de la realidad real en beneficio de una fantasmagórica realidad que borra la vida en beneficio de una vida falsa. Algunas películas recientes han tocado el tema de  seres humanos hibernando mientras sus clones o sus avatares actúan por ellos, piensan por ellos, sienten por ellos. Jugar a vivir en medio de espacios ilusorios encargados de hacer las veces de vida. Triste conclusión de una humanidad cansada de vivir y ha dejado de ser actora para convertirse en espectadora de sí misma en un destino de desvanecimientos. Terrible nuevo estadio de una humanidad que ha penetrado en el más absurdo de los comportamientos y la más irracional de las sinrazones: renunciar a vivir para entregarse a una vaga y vana ilusión de vida.

lunes, 3 de octubre de 2011

RINDO UN HOMENAJE...


Aprovecho para rendir, aquí y ahora, un homenaje a ciertas personales lecturas infantiles: los libros escritos por una escritora inglesa de la que, por muchos años, pensé que se trataba de un hombre. Se llamaba Richmal Crompton; y disfruté por largo tiempo de los muchísimos episodios protagonizados por Guillermo Brown, un niño inglés rechoncho, pelirrojo, con el rostro lleno de pecas, ataviado con la infaltable gorra de cricket que, según creo, era de uso obligatorio en los colegios ingleses de la época; y que, junto con sus amigos Pelirrojo, Douglas y Enrique, me hicieron disfrutar de sus aventuras. No me cansaba de sumergirme en el mundo de Guillermo. Leía sus peripecias una y otra vez, incansablemente. Llegué a conocer de memoria la mayoría de ellas. Volvía una y otra vez a esas páginas que me divertían y, sobre todo, me aislaban. Fui también, claro, un ávido lector de Emilio Salgari, con sus muy variados y exóticos personajes y lugares; pero, sobre todo, serían los muchos y muy hilarantes episodios de Guillermo Brown los que me mostraron la fuerza seductora de una palabra capaz de enriquecer mis días.

domingo, 2 de octubre de 2011

LA ESCRITURA AUTOBIOGRÁFICA...

La escritura autobiográfica ha terminado por coincidir con cierta moda de nuestra modernidad crepuscular: sentir que es real sólo eso que podemos contemplar con nuestros propios ojos. En las vivencias de un yo que se autobiografía, el lector presume confidencia y verdad.

sábado, 1 de octubre de 2011

QUE SIEMPRE ITACA...

"Que siempre Itaca -dice Kavafis a su lector- esté en tus pensamientos, llegar allí es tu destino. Pero nunca apresures el viaje. Es preferible que dure años, que seas viejo cuando alcances la isla, rico con todo lo que habrás ganado en el camino sin esperar que sea Itaca la que te haga rico. Itaca te dio un maravilloso viaje. Sin ella no habrías partido. Pero ella ya no tiene más que darte". Itaca es el camino por hacerse, el destino de cada quién, el itinerario realizado. La Itaca que fue la nuestra reflejará la imagen de nuestro rostro, concluido ya su tiempo: imagen congelada para siempre en todo lo que fuimos, en todo cuanto hicimos...