miércoles, 29 de abril de 2015

SOMOS TIEMPO...

Somos  tiempo. Nuestra relación con las cosas, con el mundo depende del tiempo.
El tiempo nos obliga a cambiar, a evolucionar; nos hace crecer, transformarnos. Lo que fuimos, lo que somos; lo que parecía natural en nosotros y terminó por revelársenos como nuestro absoluto opuesto.
La sabiduría el tiempo está hecha de aprendizajes, de recuerdos, de imágenes, de ilusiones…
El sinsentido del tiempo es la peor pesadilla del individuo, una triste secuela de los días estériles. Todo, absolutamente todo, debería girar alrededor de una creencia, de una fe en un sentido para el tiempo vivido.
Tiempo hecho, tiempo deshecho. Tiempo roto, tiempo informe, tiempo confuso, tiempo impredecible. Cumplidas o incumplidas promesas del tiempo; versiones temporales engañadas o deformadas por la memoria. Tiempo circular que habla de ciclos que comienzan, crecen, finalizan y vuelven a principiar. Tiempo efímero. Tiempo irreal del recuerdo. Tiempo ilusorio al que nos aferramos siempre esperanzados. Desconocido tiempo porvenir aguardando misteriosamente por nosotros…
A veces nuestro tiempo humano se hace opacidad que oscurece cualquier forma de transparencia. Quedamos, entonces, a merced de vaivenes que hablan de fracturas, de continuidades rotas, de reiteraciones interminables…


sábado, 25 de abril de 2015

DIJO EL POETA SAINT-JOHN PERSE...

Dijo el poeta Saint-John Perse en su discurso de agradecimiento al recibir el Premio Nobel de Literatura el año de 1960: “La gran aventura del espíritu poético no es inferior en nada a las grandes entradas dramáticas de la ciencia moderna … Algunos astrónomos han podido perder el juicio ante la teoría de un universo en expansión: no hay menos expansión en el infinito moral del hombre: ese universo”. La inabarcable grandeza del cosmos es análoga a la inabarcable complejidad del alma humana. En ambos casos, hombres de ciencia y hombres de espíritu –creadores, imaginativos los dos- aspiran a un mismo fin: entender el universo que habitamos y comprender el universo que construimos.

Lo externo y lo interno:  alma y cosmos: complementariedad o correspondencia entre la una y el otro. La ciencia se propone traducir la infinita amplitud del cosmos. La poesía, esencialmente, nos acerca a la complejidad de nuestra alma humana. En el libro sexto de su Ética a Nicómaco, Aristóteles definió a la ciencia como el estudio de lo que es indudable porque ha existido siempre y por siempre existirá; opuesta a ella, el arte sería la realidad de las cosas que podrían no haber sido pero que, sin embargo, son. Así, frente a la ciencia que se ocupa de lo que resulta insoslayable, el arte es la realidad de lo posible, de eso que depende de la creatividad del hombre, de su potestad de hacer surgir un mundo de formas nuevas donde antes no había sino vacío.

miércoles, 22 de abril de 2015

SOMOS...


       Somos lo que nos proponemos ser; somos lo que hacemos, lo que creemos y valoramos. Somos eso en lo que el camino nos fue convirtiendo. Somos proyecto, intención lanzada al porvenir. Somos nuestra manera de entender el mundo; nuestra forma de esperar y de soñar. Somos en nuestras respuestas: a veces, ficticias; otras, insuficientes, muy a menudo incomprensibles para la inmensa mayoría de los otros… No importa: son y serán siempre nuestra respuesta personal de seres humanos libres…

martes, 21 de abril de 2015

TODO PODEMOS ENTENDERLO...


Todo podemos aceptarlo los seres humanos, todo menos la falta de un sentido para nuestro tiempo, de un diseño que nos permita la comprensión de nuestros recorridos. Un sentido para nuestro rumbo: creer y entender, opinar y vivir de acuerdo a ese sentido.  Hay sentido en toda pregunta necesaria. Hay sentido en los espacios conquistados junto a nuestro nombre. Hay sentido en el dibujo de fronteras a nuestro alrededor y en la conversión de ese dibujo en certeza y en verdad.

lunes, 20 de abril de 2015

DESPEDIDA

Despedir para siempre a quien fuera parte central de nuestras vidas nos confronta con eso que fuimos y que somos.
Desamparados, a solas con nuestro mundo y nuestro tiempo, sentimos, sabemos que algo ha cambiado para siempre.
Nos abruman de pronto los años con un peso de desconcierto, de incertidumbre, de vacío; y, dolorosamente, entendemos el cruel sentido que puede poseer la soledad.
Permanecen en el recuerdo los últimos momentos de ese ser al que decimos adiós, lacerante la visión agónica de un cuerpo que concluye.
Cuando lo que formó parte de nuestra vida por mucho tiempo desaparece, quedamos a la deriva, lejos de muchas cosas; de casi todo, también de nosotros mismos. Lo que creíamos eterno ha desaparecido y ha cambiado para siempre nuestra historia.
      Son imaginarios que ya no nos abandonarán, que rehacen nuestra relación con nosotros mismos.