jueves, 28 de junio de 2018

SON POÉTICOS...





Son poéticos los genuinos significados, la curiosidad iluminada por la imaginación, la pregunta por el hombre, la respuesta de la ética, la incertidumbre cediendo el paso a la réplica creadora, la creación dibujando un rostro individual, todo esfuerzo gratificante y sustentador, las voces que humanizan el mundo, las palabras capaces de atraer atención sobre sí mismas, los argumentos convertidos en encuentro de muchos, la solidaridad hecha propósito, la transparencia moral, un camino de vida felizmente finalizado…

viernes, 22 de junio de 2018

JAMÁS LA IMAGINACIÓN...


Jamás la imaginación debería confiscarnos la realidad ni, tampoco, distanciarnos de la experiencia de vivir. Se tratará siempre de colocarnos, junto a nuestra imaginación, más próximos a la vida.

miércoles, 13 de junio de 2018

SOLEDAD, LIBERTAD...



  
             Me gusta leer los discursos de agradecimiento de los  laureados con el premio Nóbel de Literatura. En ellos, escritores, generalmente hacia el final de sus vidas, acostumbran transmitir una sabiduría a la que siempre resulta enriquecedor acercarse.
Ohran Pamuk, en sus palabras de gratitud, narró una anécdota: poco antes de morir, su padre le mostró unos manuscritos suyos, y le pidió su opinión. Por un tiempo no se atrevió a leerlos. Temía que si relacionaba a su padre, ese ser entrañable a quien tan bien conocía como alguien extrovertido y siempre amigo de fiestas, con ésos a quienes Pamuk identificaba como escritores: seres solitarios, infatigables indagadores de voces relacionadas con su propia existencia, entonces, o bien su padre no era la persona que él tanto creía conocer, o su percepción sobre los escritores estaba errada. Leídos los textos, Pamuk entiende que no se ha equivocado ni con lo uno ni con lo otro: en su padre no habitaba un escritor. Sus páginas no apuntaban sino hacia un entretenimiento ligero, muy poco relacionado con el cotidiano esfuerzo de un genuino ser de palabras.
Otro discurso que me llamó la atención fue el de la rumano-alemana Herta Müller. Si las palabras de Pamuk se referían a soledad, las de la Müller se relacionaban con libertad. Libertad para resistir injusticias, para oponerse a circunstancias humillantes, para enfrentar ideológicos adoctrinamientos; pero, por sobre todo, libertad para ser realmente ella misma. Libertad como un don sagrado del que nadie podría privarla, porque, esencialmente, allí residía la fuerza de su conciencia. Y solo allí, sabía y sentía que era libre de pensar, de sentir, de soñar, de crear…
Soledad y libertad: únicamente en soledad alcanzamos a reconocer el inmenso valor de nuestra libertad; y solo en libertad podemos identificar nuestra más genuina autenticidad. Libres, y solo libres, logramos entender esa verdad que fuimos, que somos, que estamos destinados a ser…
En última instancia, ser libres porque supimos reconciliarnos con nuestra soledad; porque junto a ella crecimos. Y no me queda sino citar a Nietzsche, y lo hago porque, realmente, pienso que es imposible no coincidir con él: “Es preciso conceder a ciertos hombres su soledad y no ser lo bastante tonto, como se hace frecuentemente, para compadecerse de ellos” .







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