viernes, 28 de junio de 2019

ESPERANZA



¿Cómo nos convertimos en maestros? ¿Cuándo hacemos de nuestra comunicación con otros una profesión? Al hablar de profesión pienso en entrega, opción de vida, cosas en nada semejantes a la acción mercenaria de quienes educan como una forma -bastante desafortunada por cierto- de remuneración. Pienso en educadores comprometidos con un genuino esfuerzo por comunicarse con quienes los escuchan, profesores con fe en su compromiso educador, maestros que descubrieron en su comunicación con otros -generalmente jóvenes otros- el sentido de su vocación.
Enseñar traduce una pasión por conocer y una pasión por comunicar lo conocido. Significa no dejar nunca de aprender. Quien enseña aprende. Aprende de la curiosidad de otros, de su entusiasmo y sus razones. Educar es estimulante. Permite al educador conjurar desalientos, temores y escepticismos. Lo afirma en diversas formas de esperanza.
La esperanza forma parte de nuestra humana naturaleza. Nos permite continuar, nos anima a proseguir esfuerzos y a concretar propósitos. Nunca es ingenua. Es necesaria. Sin ella cualquier proyecto se debilita. Hay quienes la llaman optimismo. Prefiero este término, “esperanza”. Como profesor me apoyo en él a la hora de orientar a un joven que inicia su camino dentro del mundo.