miércoles, 5 de octubre de 2011

EL SER DE PALABRAS SABIO...

El ser de palabras sabio (y de algún modo, parecería como si los seres de palabras fuesen los más capaces de llegar a conocer la auténtica sabiduría) intuye que la vida sólo puede conocerse viviéndola. Sabe que si logra conservar su lucidez y permanecer atento a cuanto suceda a su alrededor, nunca dejará de aprender. Sabe que, a medida que los años avancen, conocerá más cosas, que nunca cesarán los fascinantes descubrimientos; pero sabe, también, que sus aprendizajes dependerán, sobre todo, de su actitud ante cuanto el camino le muestre. Adivina que los cielos o infiernos que en ese camino lo acompañen dependerán, sobre todo, de sí mismo. El ser de palabras se sabe y se asume caminante. ¿La regla de oro del caminante? Vivir el día a día. Optar por la pasión de vivir y por la curiosidad inacabable ante la vida. Aprender de las alternativas siempre impredecibles, eventualmente maravillosas, que la existencia le ofrezca.