Una
extraordinaria alegorización de lo amoroso fue escrita en los albores de la
historia humana, en la épica del Enuma Elish, poema acadio que canta la
historia de Gilgamesh. Se trata del episodio de la humanización de Enkidu, el
ser semisalvaje que vivía, libre y desnudo, junto a las fieras de los bosques y
hablaba el idioma de los animales. Gilgamesh, para atraer a Enkidu a la ciudad
de los hombres, ordenó que le enviasen una mujer, una vestal del templo que
debería permanecer junto a él, viviendo en la espesura por varios días. Así
sucedió: la vestal llegó hasta Enkidu y durante seis días y siete noches fue su
mujer. Al término de ese tiempo, Enkidu se separó de ella y quiso regresar con
las fieras; pero éstas, al verle, huyeron asustadas: no lograban reconocerle,
no lograban entenderle. Enkidu, tras el contacto con la mujer, había dejado de
ser animal y se había vuelto humano. Esta historia es el más expresivo epílogo
para describir lo que el amor es: por sobre todo, experiencia transfiguradora.