martes, 30 de junio de 2015

HAY DIVERSAS CLASES DE ESPEJISMOS...

Hay diversas clases de espejismos. Están los necesarios, los afirmativos, los sustentadores. Y existen, también, los otros: los negativos, los que nos sumergen en lo inhóspito, lo trivial, lo indeseable; espejismos falaces, desvanecedores… Se trata de identificar unos y otros, de aprender a elegir los necesarios; acogiéndonos a los que nos rescatan huyendo de aquellos que pudieran perjudicarnos, o, incluso, llegar a destruirnos.

Generalmente enfrentada a los espejismos, se halla la revelación: intensa, luminosa, desconcertante. Rara vez nos engaña. Muchas veces mutable en palabra, voz nuestra, somos capaces de iniciar, gracias a ella, nuevos tiempos; de proponernos conquistar diferentes espacios, de rehacernos tras mucha aspereza y demasiado escenario insuficiente. Las revelaciones nos construyen, nos llevan a reconocernos mejor a nosotros mismos, a vislumbrar más lejos, a divisar con mayor claridad…

lunes, 29 de junio de 2015

EN EL CAMINO... I


En el camino, el sentido de la aventura por la aventura misma entraña el riesgo de desplazamientos que son solo afán de alejamiento, conversión de nuestras rutas en desordenadas sumas de eventos sin significado. Solo es estimulante –y enriquecedora- la aventura convertida en certeza de tiempo, en voluntad por alcanzar presentidos destinos.

miércoles, 24 de junio de 2015

CREAR...


Crear una obra de arte: un autoencuentro y, a la vez, una manera de perdurar, de trascender.

miércoles, 17 de junio de 2015

IDEAS E IDEOLOGÍAS

Nuestras ideas: comunicación con el mundo, con los otros. Las creamos y creamos junto a ellas. Nos hacemos fuertes o nos hacemos frágiles a causa de ellas. Nacen de nuestra libertad. Solo como seres libres las podemos poseer.
Si las ideas son herramientas que nos ayudan a vivir; útiles, necesarias, vitalizadoras, las ideologías son la aniquilación de la libertad de las ideas: intrumentos de manipulación y ceguera, de intolerancia y fanatismo; absolutos al servicio de la intransigencia y de la intromisión de otros en la conciencia individual. Las ideologías son la continuación de la intolerancia religiosa, de la convicción de que una fe, que se opone a todas las otras, es la única aceptable, la única posible. Las ideologías arrastran a los hombres a adorar fórmulas, recetarios, dogmas, evangelios. Se convierten en absolutos, exaltadas pretendidas verdades que solo exigen acólitos. La presencia de la ideología significa la imposición de creencias de unos por sobre todos los otros: a sangre y fuego de ser necesario. Las ideas cambian, evolucionan, se intercambian con otras ideas, conviven con otras ideas; las ideologías no: se imponen a como dé lugar. La ideología existe solo para ser obedecida. A la creencia que vive por y para las ideas, las ideologías exigen la sumisión, la reverencia. Las ideas se hacen opiniones que se discuten, sin que nadie tenga el derecho a exigir que su idea sea la única razonable. La ideología parte de la absoluta premisa de que no existe razón alguna fuera de ella. La idea acepta y aceptará siempre al “vosotros” junto al “nosotros”; mi idea es capaz de convivir con la tuya, la tuya puede acercarse a la mía… Nada de esto es posible con la ideología que niega cualquier forma de diálogo con la otredad, con la diferencia…

Las ideologías están emparentadas con esos absolutos que a lo largo del itinerario de la humanidad tanto han nublado las comprensiones de los individuos volcándolos hacia torpezas y fanatismos. Los absolutos de los seres humanos de nuestro tiempo pertenecen, sobre todo, a la esfera de la experiencia, de la vivencia. Debemos llegar a ellos por nuestros propios medios y defenderlos como respuestas propias.

lunes, 15 de junio de 2015

MEMORIA

Nuestra conciencia: construcción de recuerdos, de experiencias, de comprensiones, de valores, de verdades, de respuestas… La memoria, logra relacionar todo esto en amalgama de momentos erigidos o del rescate del silencio. La memoria suele ser arbitraria en sus elecciones. En general, es orientadora; sustento, sentido múltiple revoloteando alrededor de nuestra historia.
A veces acicate, a veces desaliento, la memoria es siempre ilustrativa. Pareciera, incluso, cobrar vida propia en su imposición de ciertos recuerdos. Al tiempo que nos acompaña, ella nos confronta con nosotros mismos; en ocasiones contradiciendo nuestro presente, trayendo hasta él recuerdos que preferiríamos olvidar. Otras, por el contrario, nos reafirma al interior de este ahora donde nos encontramos.

En la desmemoria, el desvanecimiento de los días y los propósitos. Sin memoria no existe conciencia de camino; solo vacío y silencio donde proliferan fragilidades, contradicciones y desvanecimientos.

jueves, 11 de junio de 2015

VALORES

Irma, la mujer que es mi mujer, desde hace ya bastante tiempo se esfuerza por comunicar, a través de una serie de talleres ideados por ella, un principio a todas luces indiscutible: ninguna forma de conocimiento, ninguna instrucción –si fuese entendida como educación, como formación en el sentido más estricto del término-  podría ser ajena a la transmisión de valores éticos que enriquezcan a quien se educa, como persona, como ser humano. El conocimiento, más allá de su sentido naturalmente práctico, deberá siempre apoyarse en un soporte moral. Es una idea que, como profesor  universitario, me ha acompañado desde hace bastante tiempo. Constantemente digo a mis estudiantes que ninguna universidad –al menos las merecedoras de tal nombre- debería  dejar de lado, el significado ético del saber.
En una de las “Lecciones inaugurales” con que, año tras año, Ernesto Mayz Vallenilla, rector fundador de la Universidad Simón Bolívar, iniciaba cada nuevo curso académico, leemos: “Si bien la educación puede considerarse como un proceso eminentemente intelectual, no es menos cierto que existe otro aspecto imprescindible y esencial de todo acto genuinamente educativo: la formación ética que supone el mismo.”  Formación ética: el estudiante que se está formando profesionalmente no podría desprenderse de los valores que lo afirman como individuo, como persona. Lo he repetido muchas veces en el aula de clase: no concibo un buen profesional que sea una miseria humana, ni tampoco un buen profesional que sea un completo ignorante de cuanto no se relacione con su área de especialización.
El saber y la curiosidad, son multiplicantes, crecen con el ser humano añadiendo siempre para él nuevas interrogantes, nuevas preguntas que precisan ser respondidas. La preparación profesional, la erudición práctica que acompaña la natural necesidad de sumar conocimientos, resulta más provechosamente humana apoyada en valores que la afirmen, la hagan trascender, la humanicen.
Convertir la información en instrucción, la instrucción en conocimiento y el conocimiento en sabiduría de vida; dignificar la enseñanza transmitiendo con ella valores centrales como la autenticidad, la responsabilidad, el compromiso, la honestidad; extraer de las propias vivencias de quien enseña inquietudes, respuestas, verdades... Enseñar será siempre para todo genuino maestro, un enseñar para la vida, para avanzar en el camino de la vida ayudando a otros a descubrir en él metas definitivas como son la ética, la responsabilidad social, la plenitud individual, la siempre etérea e inasible felicidad…