Somos tiempo. Nuestra
relación con las cosas, con el mundo depende del tiempo.
El tiempo nos obliga a cambiar, a
evolucionar; nos hace crecer, transformarnos. Lo que fuimos, lo que somos; lo que
parecía natural en nosotros y terminó por revelársenos como nuestro absoluto
opuesto.
La sabiduría el tiempo está hecha de aprendizajes, de recuerdos, de
imágenes, de ilusiones…
El sinsentido del tiempo es la peor pesadilla del individuo, una
triste secuela de los días estériles. Todo, absolutamente todo, debería girar
alrededor de una creencia, de una fe en un sentido para el tiempo vivido.
Tiempo hecho, tiempo deshecho. Tiempo roto, tiempo informe, tiempo
confuso, tiempo impredecible. Cumplidas o incumplidas promesas del tiempo;
versiones temporales engañadas o deformadas por la memoria. Tiempo circular que
habla de ciclos que comienzan, crecen, finalizan y vuelven a principiar. Tiempo
efímero. Tiempo irreal del recuerdo. Tiempo ilusorio al que nos aferramos
siempre esperanzados. Desconocido tiempo porvenir aguardando misteriosamente
por nosotros…
A veces nuestro tiempo humano se hace opacidad que oscurece
cualquier forma de transparencia. Quedamos, entonces, a merced de vaivenes que
hablan de fracturas, de continuidades rotas, de reiteraciones interminables…