Nos reconocemos en principios conquistados y en una mirada nuestra
que contempla el mundo para identificarse con él o para resistirlo. Nos reconocemos
individualmente frente a un tiempo compartido con otros muchos. Nos reconocemos
en esa voz, necesariamente singular, que, alternativamente, se acerca al afuera
o se aleja de él; que permanentemente gira alrededor de nuestra memoria y
nuestra esperanza, obligándonos a bautizar las comprensiones con ciertos
nombres propios.
Escritor, ensayista, poeta y docente venezolano. Ganador del Premio Nacional de Ensayo Mariano Picón Salas del Ministerio de la Cultura de Venezuela en 1992, fue miembro del jurado de dicho premio en la edición de 1993. Igualmente fue miembro del jurado del Premio Internacional de Cuento Francisco Herrera Luque y Presidente del I Congreso de Legislación Cultural Municipal, realizado en en febrero del año 1993 en la Universidad Simón Bolívar.
viernes, 29 de noviembre de 2019
viernes, 22 de noviembre de 2019
LA VIDA ANTES QUE TODO...
La vida, la vida antes que todo, repite una y otra vez Nietzsche. Algo muy
parecido a cierta idea de Heidegger: somos los invitados a esta vida y siempre
se tratará de ser buenos invitados. ¿Cómo? Trasladando a nuestros imaginarios
cuanto nos resulte esencial entender y valorar. Ser huéspedes
agradecidos a través de nuestros aprendizajes: enseñanzas de verdades que nos
alimentan y caben naturalmente en la descripción de esos caminantes que somos;
huéspedes del mundo obligados a convertir nuestra existencia en diseño de
hallazgos, de elecciones, de propósitos, de compromisos…
viernes, 15 de noviembre de 2019
CURIOSIDAD, INDIFERENCIA
La curiosidad hace de cada individuo un aventurero en pos de sus
sueños y sus búsquedas. Es fuerza que lo proyecta fuera de sí mismo, más allá
de sus ahoras y hasta esos lugares donde residen para él la promesa y la
ilusión. Su mayor reto: permanecer curioso, abierto siempre a nuevos aprendizajes
y saberes; conservando inalterable la intención de iniciar proyectos, de
continuar aprendiendo…
Opuesta a la curiosidad, la indiferencia es vacuidad y
conformismo, pasividad estéril, apatía y desinterés, inercia e inconsistencia. La
indiferencia rutiniza gestos y pasos, visiones y actos. Iguala rostros y
comportamientos. Rasa acciones y destinos. Desvanece iniciativas y
descubrimientos. Inmoviliza al indiferente clausurándolo dentro de estrechos
límites y haciendo de su entorno estéril escenario sin finalidad ni
significado. El indiferente es un ser desdibujado. Condenado por voluntad
propia a la resignación y al desinterés, es incapaz de comprometerse. No se
compromete porque ni cree ni valora.
Curiosidad o indiferencia: moverse en el sentido de la una o de la
otra, actuar de acuerdo a la una o a la otra. El curioso, llevado por su
necesidad de entender, imagina rumbos para sus pasos y horizontes. El
indiferente, ciego y sordo a cuanto no sea su inmediata instantaneidad,
sobrevive en medio de una errabundez de ahoras, rodeado de hábitos y
comportamientos siempre iguales a sí mismos.
Al curioso le es impensable no responder a las interrogantes que
lo acosan. El indiferente, sumergido en la imitación de muchos lugares comunes
y muchísimos gestos reiterados, permanece al margen de casi todo. Mientras el
curioso no cesa de indagar en su tiempo, el indiferente se resigna al
sinsentido de su tiempo.
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