viernes, 5 de julio de 2019

MUCHO MÁS QUE LA DECADENCIA DE UN SOLITARIO PAÍS…


Mucho más que la decadencia de un solitario país, la grotesca aventura chavista ha significado el final de muchos sueños revolucionarios, la puntilla de inspiraciones y promesas marxistas sobre idealizados futuros. La “Revolución Bolivariana” mostró al mundo que, en última instancia, el “rey estaba desnudo”, y que, acaso, nunca había dejado de estarlo, como lo demostraron los resultados de las grandes Revoluciones del siglo XX: divinizadas autocracias, eternizadas dinastías familiares, decenas de millones de víctimas a lo largo y ancho del mundo, acumulación de todo el dolor y todos los sufrimientos imaginables... Mostró, a fin de cuentas, que el desenlace de una revolución podía ser algo más, muy diferente a un baño de sangre: que podía ser, simplemente, un estiercolero.
Especialmente dramático para el pueblo venezolano, al menos para su inmensa mayoría, ha sido la percepción del desinterés absoluto o la hipócrita conmiseración de muchos países del primer mundo (principalmente europeos) que, seguramente aterrados ante la perspectiva de no ser considerados lo suficientemente progresistas al pronunciarse en contra de un dictador que hizo profesión de fe de su ideología comunista, contemplan con escalofriante pusilanimidad la suerte de millones de venezolanos condenados al hambre, la inseguridad, la carencia de medicinas y a la dolorosa disyuntiva de abandonar su país, una nación trágicamente a la deriva…