viernes, 3 de mayo de 2019

OTRA FORMA DE VER LA HISTORIA


Cuanto hubiese podido salir mal en Venezuela a lo largo de estos últimos veinte años ha salido mal. Solo permanece la esperanza ante una salida plausible para el país. La esperanza es siempre afirmativa; nunca ingenua. En esta hora, ella vive en la ilusión por el rescate de ciertas voces esenciales: dignidad, independencia, justicia, libertad, solidaridad, convivencia...
Recientemente leí que el continente latinoamericano no podrá volver a ser el mismo tras lo sucedido en Venezuela. Estoy de acuerdo. Muchas cosas nunca serán iguales. Mentiras ideológicas, cantos de sirenas revolucionarios, el imaginario de rebeldes comunistas convertidos, ya no en verdugos -como parecía ser lo habitual-, sino en simples expoliadores de hasta los últimos resquicios de la riqueza de una nación… Tras el fallido experimento chavista, acaso Latinoamérica -y el mundo entero, ¿por qué no?- vislumbrarán la historia política de otra manera. Nunca más como itinerario regularmente construido -¿destruido?- por esas tragedias culpables de tantos sufrimientos, miseria y destrucción como fueron las revoluciones a lo largo del siglo XX, y, lamentablemente, aún de este incipiente siglo XXI. Nunca más bajo la aceptación de los delirios de iluminados redentores o fantoches mesiánicos; tampoco en versiones inspiradas por dogmas ideológicos empeñados en convertir el pasado en pedagogía y el porvenir en predicción insoslayable. Nunca más como derrotero banalizado sobre biografías rodeadas de grandilocuencia. Nunca más como sucesión de desplantes grotescamente verbalizados -sobre todo verbalizados- por algún inverosímil actor.
Se trata, se tratará, de entender la historia política como construcción de esperanzas, luchas y creaciones de todos los seres humanos; uno a uno. Se trata, se tratará de versionar una historia diferente cuyo verdadero significado resida en la paulatina búsqueda y la paulatina conquista de la dignidad humana gracias a modos de convivencia más racionales y solidarios, más justos y tolerantes; una historia cuyo sentido y valor se asiente sobre la cotidianidad construida por los esfuerzos, anhelos e ideales que todos los hombres y todas las mujeres sean capaces de asignarle.