viernes, 17 de mayo de 2019

CON NUESTRA VOZ, TOMAR PARTIDO


Recuerdo dos frases del pedagogo brasileño Paulo Freire. La primera: “Decir la palabra verdadera es transformar el mundo”. La segunda: “Alfabetizarse es aprender a decir nuestra propia palabra”. En el primer caso, ¿cuál es la palabra verdadera? Ésa que nunca podría alejarse de las razones éticas de nuestra conciencia. En el segundo caso: ¿cuál es esa palabra que es solo nuestra? La que, perteneciéndonos, nos comunica y encuentra con otros, con muchos otros.
Nuestra voz: con ella tomamos partido ante el tiempo que nos rodea. Y nos proponemos intervenir en él apoyados en esa subjetividad nuestra conformada por descubrimientos, escogencias y revelaciones que fueron acercándonos o alejándonos de personas, imágenes, argumentos, proyectos, ideas…
Lo que vemos y lo que quisiéramos ver; el ser y el deber ser de cuanto nos rodea. Acaso, en el fondo, las personas nos parezcamos más de lo que solemos creer. Podría tal vez hablarse de naturales correspondencias entre la necesidad de un ser humano por identificar un propósito en su vida y la necesidad de una sociedad por vislumbrar significados en sus itinerarios; el diseño de la existencia de un individuo y el dibujo de la historia de una comunidad relacionados en semejantes formas de voluntad por construir el tiempo de acuerdo a algún significado.