Imposible renunciar a la memoria: ese corolario real de nuestro
tiempo vivido. Junto con la lucidez, ella nos permite aventurarnos en
recorridos de imprevisible desenlace, iniciar proyectos, concebir metas para el
porvenir, superar el pasado a partir de lo que seamos capaces de colocar en él...
Y continuar la marcha, siempre cerca de nosotros mismos y de nuestra capacidad para
creer en una historia posible para nosotros. Y, sobre todo, de proponernos llegar
hasta el final; logrando que nuestros pasos y actos, nuestras creaciones y
voces permanezcan vivos, inspiradores de ese tiempo que somos, de esa realidad
que nos propusimos llegar a ser.