No todo puede ser dicho. No es posible querer decirlo todo. La interminable
vastedad de la vida, la insondable profundidad de las emociones y los
recuerdos, la imposible definición de lo indefinible, la irracionalidad de la
violencia, la pasión de los encuentros amorosos… carece de sentido otorgarles
una voz. La sola respuesta ante ellos es la vociferación, el alarido, el
gemido, el llanto… No la voz que es señal, que es forma significativa sino el
trazo que alude a la imposibilidad de decir.