En el libro Claros del
bosque, dice su autora, María Zambrano: “… las aulas son lugares de la voz
donde se va a aprender de oído…” A través de la palabra del maestro, junto con
las inquietudes y curiosidades de éste, bien pudiera suceder que llegara también
para el estudiante el descubrimiento de una voz propia; una voz suya que le
permitiese dialogar, en su propio beneficio, en transparencia y en profundidad,
en serenidad intensa y firme, con la vida.