Nuestro mundo interior: un límite:
nos circunscribe y estrecha, a la vez que nos afirma; un límite que nos define, nos aparta y nos centra,
nos orienta y nos ubica.
Accedemos a toda forma de otredad desde ese
límite nuestro desde el cual nos comunicamos.
Entendidos y
aceptados, nuestros límites son la más exacta definición de nuestro yo;
linderos de eso que somos y no podríamos dejar de ser, sin ellos careceríamos de contorno, esto es,
de significado.
Nuestros límites: los creamos junto
a nuestros pasos y nuestros actos, los construimos en el aliento que respiramos al lado de nuestras miradas.