El arte como una vía
para entender el mundo y entender nuestro propio mundo. Penetramos en el
sentido de una obra de arte al convertir su expresión en imaginario nuestro y en
versión nuestra; al relacionarla con eso que nos concierne. Vamos a un museo y
en él contemplamos pinturas, esculturas o fotografías. Leemos un libro y en sus
páginas descubrimos anécdotas y personajes. Vemos una película y en ella nos
internamos para vivir experiencias que hacemos nuestras. Y frente a estos
lienzos que son sugerencias, o estas fotografías que nos expresan instantes
irrepetibles, o estos libros que nos entretienen o seducen, o estas películas en
las que nos introducimos, vagamente vamos percibiendo confusas armonías en el
diseño del mundo que somos y de ese mundo que nos rodea.