Una aceptada definición de eso que llamamos paranoia es la de
querer acogernos, a la hora de entendernos con el mundo, a un sistema personal
de interpretaciones. El paranoico toma la realidad y la introduce en el diseño
de sus miradas, deformándola en beneficio de su propia manera de mirar, sentir
y entender. Cabría concluirse, entonces, que todos los seres humanos tenemos algo
de paranoicos; o mejor, que sin cierta dosis de paranoia, la existencia sería
absolutamente insoportable.