De un lado, Occidente
y sus contradictorios rasgos: titanismo devorador o agotamiento, trasnochada
hambre de conquista o suma de hastíos, remedo de viejas confianzas o
acumulación de todos los arrepentimientos. Del otro lado, el Tercer Mundo
numeroso: complejo espacio abarrotado por naciones que todavía no han sido
protagonistas de la historia universal y que tampoco han escrito aún su tiempo
ni consumido el tiempo: el suyo o el de los otros.