Llega el
silencio, tras el mucho ruido de todas las vociferaciones imaginables. Llega el
silencio, un silencio denso, pesado, pastoso, un silencio en el que me sumerjo,
en el que nos sumergimos todos, un silencio del que no podemos escapar. Es el silencio
de lo que está vacío, de lo que no se puede entender, de lo que se desdibuja,
de lo indescriptible; el que no quiere decir porque no puede, el de quien se
niega a seguir hablando porque no puede entender, porque se siente incapaz de
entender. Es un silencio que expresa muchas cosas; acaso una por sobre cualquier
otra: el vacío, la nada, la ausencia de luz y de memoria, rasgada memoria que se
niega a sí misma en contradicciones que es
imposible enfrentar.