“La existencia –dijo Sartre
alguna vez- no es un regalo y cada cual está obligado a legitimarla con sus
actos.” Y yo añadiría: no sólo con sus actos, también con sus miradas y
testimonios, con sus creencias y recuerdos, con sus opiniones y escogencias, con
sus convicciones y esperanzas... Justificarnos en nuestras miradas y
comprensiones tanto como en nuestros actos o nuestros pasos. Justificarnos en
nuestra necesidad de percibir respuestas y significados alrededor nuestro.
Justificarnos en nuestras verdades surgidas de ese incesante diálogo que no
podríamos dejar de sostener ni con el afuera ni con nosotros mismos.
Justificarnos en esas certezas que fuimos convirtiendo en respuestas que
creímos necesario comunicar, decir.