En su discurso de agradecimiento
a la Academia Sueca, un laureado con el Premio Nóbel muy reciente, Mario Vargas
Llosa, dijo una irremplazable verdad: en el espacio de nuestra conciencia somos
y no podemos ser sino libres. Nuestro mundo interior nos pertenece sólo a nosotros,
y nadie debería tener la potestad de imponernos en él nada que nos contradiga.
No importa que poderes absolutos nos rodeen ni que formas de coacción nos
amenacen. Dentro de nuestro universo somos, esencialmente, libres.