Borges comentó que en nuestra época la novela se había
convertido en el género más frecuentado, que cierta superstición literaria
había determinado que en la novela reposaba la índole de cuanto fuese
literario. Pero junto a esa superstición existen también otras; como, por
ejemplo, la que dice que en la creciente tonalidad autobiográfica de la
literatura de nuestros días se ven reflejados muchos colectivos pasos y
sentimientos y aprendizajes y miradas y miedos; que en las voces poéticas que
hablan en primera persona se escucha el eco de muchas interrogantes,
incertidumbres y temores que nos pertenecen a casi todos. O superstición de lo
rápido, de lo inmediato y de lo efímero que ha terminado por familiarizarnos
con escrituras capaces de reproducir la discontinuidad y fragmentación de los
discursos humanos dentro de un mundo donde los grandes sistemas de pensamiento
y las visiones de totalidad, resultan insuficientes para expresar eso que el
hombre es o siente o cree o sueña...