Como nunca antes, los hombres nos
sabemos efímeros y nos sabemos mortales. Por ello construimos mitologías de
sobrevivientes que metaforizan tanto el desaliento como la esperanza;
metaforizaciones del apocalipsis posible o de la utopía posible, de la incineración
de todo o del reverdecer de todo: metaforizaciones contradictorias en las que
chocan escepticismo y expectativa.