Cultura de lo
desechable: ninguna sociedad había generado tanta basura como las ricas
sociedades industriales de nuestro fin de siglo. La basura es un revelador
signo de la prosperidad. Tanto más excretas, tanto más consumes. Montañas y
montañas de desechos se acumulan convertidas en patéticos símbolos de la
riqueza. Unas pocas naciones producen cada vez más y desechan lo que les sobra.
En el proceso, una nueva modalidad ha comenzado a diferenciar la basura de las
naciones ricas de la basura de las naciones pobres: las primeras están en
capacidad de producir desechos más peligrosos. Basura originada en muy
sofisticados sistemas de producción de riqueza. Detritus de la abundancia: radioactividad, químicos altamente
contaminantes... ¿Resultado? Un nuevo intercambio comercial según el cual los
países ricos pagan a los países pobres para que éstos reciban los desechos
tóxicos. Las naciones ricas excretan y las naciones pobres cobran por recibir
sus deyecciones: nueva modalidad de la opresión económica y nueva modalidad,
también, de la injusticia. En las grandes soledades tercermundistas, en los
espacios vírgenes de las naciones del sur, hay suficiente espacio todavía para
recibir la mierda de las naciones ricas del norte. Los países pobres han
terminado por asumir, así, el más patético de los roles imaginables: el de
letrina de los países ricos.