El ejercicio de la autoridad ha de relacionarse
siempre con lo justo y lo prudente. Recuerdo un pasaje del Principito, donde el personaje del Rey explica al Principito la
norma esencial de todo ejercicio de autoridad: no esperar de los otros comportamientos
o respuestas imposibles. Repito sus palabras:
—“Sólo hay que pedir a cada uno, lo que cada uno
puede dar … La autoridad se apoya antes que nada en la razón”.