viernes, 10 de abril de 2020

LA PRECOCIDAD...

La precocidad suele ignorar que la vida está por encima del pensamiento que se propone ordenarla y de las figuraciones que pretenden ilustrarla. Alimento, origen y esencia, a la vida ha de supeditársele todo. Es necesario, como dice Rilke en sus Cuadernos de Malte Laurids Brigge, “haber visto muchas ciudades, hombres y cosas”  para poder entender, para poder saber, para poder creer. Es necesario haber visto y haber vivido para sentir adecuada, certera y humanamente. La precocidad suele acompañarse de inmadurez, de insuficiencia impregnada de autosuficiencia. Siempre paga un precio: la posible superficialidad, la amenazante frivolidad. Solo cuando el aprendizaje de la vida se convierte en sustento de reflexiones y creaciones podemos hablar de la experiencia como el más valioso y genuino sentido de la creación estética.