Vemos cometer infinitas estupideces a
individuos de quienes podríamos esperar, por su inteligencia y nombradía,
cierta ejemplaridad. Por el contrario, alcanzamos a distinguir referencialidad
en personas que, por su sentido común, su profundidad espiritual, su manera de
vivir y de aprovechar la vida, nos comunican lo más imitable de la condición
humana.