viernes, 5 de abril de 2019

UNA DEGRADADA PALABRA




Existen palabras, alguna vez dignas, referenciales o creíbles, convertidas con el paso del tiempo y el peso de la historia en absoluta ignominia. Una en particular: “Revolución”, permanece, hoy, pervertida en caricatural estereotipo; asociada a fracaso, corrupción, ineficacia, tortura, persecución, intolerancia, crueldad, torpeza infinita… Sobre ella recaen todos los terribles fiascos de las distopías políticas. Se la relaciona con inhumanidad y, en general, con cuanto contradiga toda válida forma de convivencia humana.
Para los libros de historia permanece la voz “Revolución” en el descriptivo dibujo de ciertos hitos históricos de los siglos XVIII y XIX: la Revolución Francesa, las revoluciones de independencia americanas; pero, hoy día, y prostituida por tantos contemporáneos “revolucionarios” que la pronuncian interminablemente, ella traduce naciones dominadas por personajes y grupos protegiendo con dientes y uñas sus privilegios, siempre a costa del sufrimiento y la inopia de una población víctima de los “logros revolucionarios”.
La Revolución Soviética, transcrita en stalinismo y goulags; la Revolución China, en la tragedia del “Salto adelante” del camarada Mao y la grotesca “Revolución Cultural” de la “banda de los cuatro”; el norte de Corea, en la entronización de una familia gobernante del país; la caribeña Revolución Cubana, en idéntica reiteración del imaginario de Corea del Norte, con dos hermanos amos  de su isla por sesenta años; y, por último, en la muy significativa “Revolución Bonita”, “Revolución Bolivariana”, “Revolución del Siglo XXI”, “Revolución Chavista” venezolana, con un país arruinado, sin luz ni agua ni alimentos ni medicinas, y millones de venezolanos hurgando en las basuras de sus principales ciudades o huyendo lejos de las fronteras nacionales.
Corrompida por la historia reciente y presente, la palabra “Revolución” carga sobre ella la condena de un tiempo que la vio corromperse en la voluntad y en las perversas acciones de gobiernos, gobernantes y sistemas; dibujada en esa trágica mentira con que la contemplamos hoy, pervertida ya para siempre su memoria en la sensatez humana.