Nuestro es el tiempo de la prosa: tiempo de voces directas,
cercanas, continuas, en necesaria correspondencia unas con otras; tiempo de
tensas y contradictorias cadencias, como las sugeridas por la vida misma. Tiempo
de prosa porque en prosa hablamos, pensamos, sentimos, recordamos; porque en prosa
viven los pensamientos y las memorias; porque en prosa evocamos esa historia que
es la nuestra; porque en prosa describimos los itinerarios que son parte de las
palabras que somos y nos nombran.