Enfrentadas a las ideas vivas que son una secuela de nuestra
libertad y de nuestra afirmación dentro de ella, las ideologías significan la total
aniquilación de la libertad individual.
Ideologías: intrumentos de manipulación y ceguera, de
intolerancia y fanatismo; absolutos al servicio de la intromisión de otros en nuestra
conciencia individual, las ideologías nos arrastran a la adoración de fórmulas
y a la obediencia de dogmas y evangelios.
Las ides conviven con las ideas; las ideologías no:
inmutables, existen únicamente para exigir obediencia. Demandan acólitos que
las impongan a todos los otros, a sangre y fuego de ser necesario.
Frente a la incertidumbre que vive en toda idea, las
ideologías erigen certezas absolutas. Nadie tiene el derecho a exigir que su
idea sea la única razonable; por el contrario, las ideologías asumen la
inexistencia de la duda y todo concepto fuera de ellas es sinrazón.
Las ideas aceptan y aceptarán siempre al “vosotros” junto al
“nosotros”; algo imposible para las ideologías negadoras de toda forma de
diálogo con la otredad, con la diferencia…
Un dogma que todo lo explique, una ideología que todo lo defina:
diversas formas de inhumanidad, de negación de la complejidad y contradicción
que supone ser hombres. Respuestas falsas. Absurdamente falsas.