miércoles, 17 de junio de 2015

IDEAS E IDEOLOGÍAS

Nuestras ideas: comunicación con el mundo, con los otros. Las creamos y creamos junto a ellas. Nos hacemos fuertes o nos hacemos frágiles a causa de ellas. Nacen de nuestra libertad. Solo como seres libres las podemos poseer.
Si las ideas son herramientas que nos ayudan a vivir; útiles, necesarias, vitalizadoras, las ideologías son la aniquilación de la libertad de las ideas: intrumentos de manipulación y ceguera, de intolerancia y fanatismo; absolutos al servicio de la intransigencia y de la intromisión de otros en la conciencia individual. Las ideologías son la continuación de la intolerancia religiosa, de la convicción de que una fe, que se opone a todas las otras, es la única aceptable, la única posible. Las ideologías arrastran a los hombres a adorar fórmulas, recetarios, dogmas, evangelios. Se convierten en absolutos, exaltadas pretendidas verdades que solo exigen acólitos. La presencia de la ideología significa la imposición de creencias de unos por sobre todos los otros: a sangre y fuego de ser necesario. Las ideas cambian, evolucionan, se intercambian con otras ideas, conviven con otras ideas; las ideologías no: se imponen a como dé lugar. La ideología existe solo para ser obedecida. A la creencia que vive por y para las ideas, las ideologías exigen la sumisión, la reverencia. Las ideas se hacen opiniones que se discuten, sin que nadie tenga el derecho a exigir que su idea sea la única razonable. La ideología parte de la absoluta premisa de que no existe razón alguna fuera de ella. La idea acepta y aceptará siempre al “vosotros” junto al “nosotros”; mi idea es capaz de convivir con la tuya, la tuya puede acercarse a la mía… Nada de esto es posible con la ideología que niega cualquier forma de diálogo con la otredad, con la diferencia…

Las ideologías están emparentadas con esos absolutos que a lo largo del itinerario de la humanidad tanto han nublado las comprensiones de los individuos volcándolos hacia torpezas y fanatismos. Los absolutos de los seres humanos de nuestro tiempo pertenecen, sobre todo, a la esfera de la experiencia, de la vivencia. Debemos llegar a ellos por nuestros propios medios y defenderlos como respuestas propias.