La muerte -mensajera de la desolación y la
nostalgia; superlativa visión de lo irreparable, de lo inevitablemente
desolador- irradia con peculiar sentido espacios y momentos. Es punto final y,
a la vez, punto de partida; fin y comienzo reagrupando una misma imagen. Es
sentido del camino desvanecido, remembranza que crece en evocaciones tardías y
en alguna promesa final.