sábado, 1 de febrero de 2014

ERA LA POSIBILIDAD...

Era la posibilidad abierta tantas veces a la sorpresa; la lenta afirmación en medio de las sombras; el cauce que arrastraba impulsos y sentimientos, temores y olvidos; la tormenta de la que me guarecían ínfimos escondrijos…
Y llegó entonces el silencio.
Llegó junto a la quietud de una muerte que me despojaba de muy viejas presencias.
Y comencé a deambular por entre todos los desiertos de la tierra en busca de algún tesoro enterrado, aguardando por recuerdos que me iba entregando la memoria, una memoria siempre detenida en espacios irreales.
Mi peregrinar, extraño peregrinar, habrá de mantenerse muchos años más.
Concluirá solo cuando logre divisar alguna tierra prometida al alcance de mis manos, una tierra prometida que imagino desde mucho tiempo atrás, cuando apenas comenzaban mis pasos.
Concluirá cuando logre rehacer el sentido de muchos días rotos, cuando toque algún firmamento o paraíso, cuando dé por terminados los rincones donde protejo esos sueños que dan forma a mi rostro.
Reconozco que no existe otro recurso que la esperanza y la iluminación de la esperanza y que los frutos que me negué a cosechar hablarán siempre de mi propia indefensión.
Junto a mis rutinas, dentro del camino, nunca dejaré de alimentar ciertas quimeras.