Quimeras se desmoronan poco a poco, o acaso de repente, dejando en mi boca un sabor a pérdida y hastío.
Demasiado pasos no alcanzan la firmeza que llegué a
otorgarles.
Regreso a mi rincón y me arropo con la calidez de lo
reconocido.
Muchos descubrimientos me hablan del inmenso contraste entre
el antes y el ahora, me dicen que a cada sueño sucede un despertar y que son necesarias cada una de mis horas, aún las más oscuras -o, acaso, precisamente las más oscuras-
para forjar mi rostro caminante.
Tras muchas peripecias y encuentros y desencuentros, tras largas esperas,
inapelables verdades terminan por llegar.