jueves, 21 de marzo de 2013

HE APRENDIDO...


He aprendido a jugar muy seriamente juegos parecidos a los que tanto me absorbían cuando niño,
He aceptado que se deshicieran ilusiones que me dijeron que todo era posible.
Descubrí que de lo que se trata es siempre del ahora: ese tiempo que me pertenece y define, me sostiene o vulnera.
Sé que mi ilusión o mi necesidad de dibujar ilusiones me harán desear transformar muchos momentos ya vividos.
La ausencia de armonía me obliga a regresar al único lugar donde soy protagonista.
En él resoluciones y proyectos tienen un sentido,
y tanta contradicción entre lo que veo y lo que quiero ver comienza a reducirse.
Feliz con mi soledad, poco me importa lo que los otros piensen de ella, o incluso, que la compadezcan.
Junto a ella permanezco al margen de cuanto he decidido que no me concierne.
Me asomo a ciertos abismos solo para admirar su tenebrosa inmensidad.
Encamino hacia el mañana los pasos de mi aventura incierta,
persisto en creer en un destino con forma de signo de interrogación.
Me rodeo de imaginarios que me digan que son posibles los sueños que siempre identifiqué como necesarios.
El temor al albur no me apartará de ciertos propósitos.
Seré infatigable creyente en espejismos que iluminen mis horas más oscuras.
Me propongo predecirme y nunca repetirme innecesariamente.
No me reconozco en muchas aristas de mi rostro pasado ni me agradan sus reflejos sobre mi rostro de hoy.
Erijo mi propósito de proseguir un rumbo solo mío.
Escribiré mi historia de diversas maneras: paulatinamente, en medio de adormecedores hábitos; o de una manera súbita, junto a rápidas y contundentes decisiones.
Al vasto y complicado mundo del afuera opondré ciertos aprendizajes, diversas respuestas, alguna conclusión posible.
Tomaré aliento antes de proseguir por esas rutas, rumbos, senderos, sendas, atajos… Elaboraciones de ese ritmo que soy.
Sé bien que no hay marcha atrás y no me resigno a la aridez de ciertas rutas; preciso creer que existen otras que me hagan más atractivas esas que he decidido transitar.
Prosigo mis pasos convencido de que mi tiempo me pertenece y seré capaz de escribir sus designios.
Me esfuerzo por distinguir transparencia aunque constantemente me confunda lo imprevisto.