Hay cosas que nos salvan de nosotros mismos,
armonías que se fueron escribiendo junto a nuestros pasos, correspondencias entre nuestros imaginarios y las visiones que
distinguíamos afuera.
Todas las cosas, buenas o malas, son necesarias para
alcanzar alguna verdad, alguna forma de transparencia.
No es posible sino permanecer en medio del constante movimiento
que nos conduzca de la pasiva resignación a la empresa donde aventurarnos cada
día.
El sentido de nuestro tiempo no se escribe sino con
incertidumbres y certezas.
Un paso que me lleva hacia delante y otro me arrastra al
punto de partida.
Busco sin cesar el equilibrio que me haga vislumbrar esenciales
armonías.