Vivir es jugar un juego cuyas reglas se nos van revelando
muy poco a poco. Un
juego que nos fuerza a no dejar nunca de elaborar motivos alrededor de los
pasos que damos y que vamos convirtiendo en las huellas de un itinerario
precisado del más importante de los significados: el de la propia aprobación. Nuestro
mayor logro:conocernos; y nuestra peor equivocación: no hacerlo.