Hoy queda abierto para los
hombres el desafío de recuperar una ilusión de novedad; de metaforizar el
camino hacia el porvenir como posibilidad, como superación de lo agotado, como
vitalidad de lo inerte. Nuestro presente es el momento de lo posible irguiéndose
por sobre lo caduco, el de lo necesario naciendo a partir de lo clausurado.
¿Quizá, después de todo, de lo que se trata es de entender que lo impredecible
nos arroja, como único recurso de supervivencia, en brazos de lo utópico?