En ciertas
ocasiones, algunas obras de arte logran descubrir verdades perceptibles
para la mayor parte de individuos en los signos del tiempo que los rodean. En
la más célebre de los trabajos de Edvard Munch, El grito, su personaje central, una figura en la que no
podemos reconocer un hombre o una mujer, aparece en medio de un puente, con la
boca abierta, y el rostro entre las manos, cubriéndose los oídos, con una
terrible expresión de angustia en un rostro deformado. El propio Munch
describió las circunstancias que rodearon su creación: “Caminaba yo con
dos amigos por la carretera, entonces se puso el sol; de repente, el cielo se
volvió rojo como la sangre. me detuve, me apoyé en la valla, indeciblemente
cansado. lenguas de fuego y sangre se extendían sobre el fiordo negro azulado.
Mis amigos siguieron caminando, mientras yo me quedaba atrás temblando de
miedo, y sentí el grito enorme, infinito, de la naturaleza”.
Escritor, ensayista, poeta y docente venezolano. Ganador del Premio Nacional de Ensayo Mariano Picón Salas del Ministerio de la Cultura de Venezuela en 1992, fue miembro del jurado de dicho premio en la edición de 1993. Igualmente fue miembro del jurado del Premio Internacional de Cuento Francisco Herrera Luque y Presidente del I Congreso de Legislación Cultural Municipal, realizado en en febrero del año 1993 en la Universidad Simón Bolívar.