sábado, 16 de abril de 2011

EN LA FIGURA DE LOS DINOSAURIOS...

En la figura de los dinosaurios, el hombre de hoy pareciera contemplar un dibujo posible de su destino. Pesadilla o convicción de nuestro tiempo: la extinción de los casi míticos dinosaurios, ¿no sería, acaso, una alegoría de lo que contemplamos como un posible porvenir para el ser humano? ¿La misteriosa desaparición de aquellas bestias no ilustraría, de alguna forma, nuestra propia precariedad? De la remota existencia de los dinosaurios no han llegado hasta nosotros sino unos cuantos fósiles, metáfora misma de la más remota memoria. ¿El ser humano no estaría, acaso, también destinado a convertirse en futuro fósil, objeto de curiosidad y estudio para algún lejanísimo sucesor? Un corolario de todos estos símbolos de extinción es el de que la Tierra, el universo, seguirán existiendo después de que los hombres hayamos desaparecido. Seguirá habiendo un mundo aún cuando no habitemos ya en él; como mucho, permanecerán sólo los petrificados vestigios de lo que fue nuestra presencia.