Hay momentos en que las palabras son inútiles…
Hay momentos en que las palabras son
inútiles. Uno es el instante de la comunicación amorosa, cuando se decide la
definitiva cercanía de dos cuerpos; el
otro es el de la violencia: tiempo imprevisible en el que sólo cabe el instinto
como única respuesta posible. En ambos casos: no la palabra sino el grito.
Cuando las palabras han dejado de ser suficientes, llega el grito: de pasión o
de guerra, gemido o alarido, exclamación o apenas balbuceo.
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A la irracionalidad…
A la irracionalidad o la indiferencia del universo, se opone tu voz, esa compañera de tu destino...
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Te contradices…
Te contradices al alejarte de tus sueños
y tus verdades.