Maestros, discípulos…
Todo ser humano ha
podido sentir alguna vez el impulso de comunicar a otros sus personales
comprensiones, de compartir con otros sus vivencias y la interpretación de éstas.
De igual manera, todo ser humano ha podido sentir la necesidad de conocer
experiencias ajenas de las cuales aprender.
Aprender, enseñar… A
veces, maestros de alguien; a veces, aprendices de alguien.
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He aprendido…
He aprendido a reconocer la presencia de
cielos e infiernos contradictoriamente reunidos, a entender que la ilusión
fortalece y el temor puede significar sabiduría, a desdibujar muchos rostros
para imponerme la importancia de unos pocos rostros, a rechazar la dispersión
de las voces y a ratificar la fuerza de ciertos diálogos, a negar ademanes
confiscados por la rutina y a reafirmarme en gestos sobre ellos mismos para
siempre reflejados.