Laureles
No lograrás nunca reposar en tus laureles. De hecho: no
existen los laureles, solo tu razón y tu pasión dibujando itinerarios donde
construyes tu propia consistencia.
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Junto a mis palabras
Junto a mis palabras reúno lo disperso, armonizo
incoherencias, matizo énfasis, disimulo incertidumbres...
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Hay momentos
Hay
momentos en que las palabras son inútiles: uno, el instante de la comunicación
amorosa, cuando se decide la definitiva cercanía de dos cuerpos; el otro, el tiempo de la
violencia cuando sólo existe como respuesta la eficacia del instinto. En ambos
casos: no la palabra sino el grito. Cuando las palabras son insuficientes,
llega el grito: de pasión o de guerra, gemido o alarido, exclamación o apenas
balbuceo...
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Eres…
Eres el mismo y a la vez eres diferente. El paso del tiempo
te fue afirmando sobre ciertas respuestas a esos días que eres y que fuiste.