Vivir y ensayar; y
escribir el interminable ensayo de vivir convirtiendo peripecias, tientos e
ilusiones, en voces: libres, abiertas, comunicantes. Con ellas intentar la
creación de un cierto orden relacionado con una manera de ver, de entender, de
dudar, de creer. Hacer de las voces escritas orientación, expectativa, aprendizaje. Escribir
y aprender de nuestra propia búsqueda de las palabras más oportunas, de nuestro
contacto con esas voces que nos permitan decir lo que es imposible callar.