Entender el tiempo como persistencia, descubrir
-ir descubriendo generalmente muy poco a poco- que él es la paulatina suma de muchos
significados; lo que suele contradecir viejas percepciones de un tiempo
supeditado a una voluntad empeñada en reconstruirlo de acuerdo a variables
propósitos. Solo la distancia permite entender el tiempo como una suma de complejas
totalidades: sin espacios estancos, sin aislamientos; por el contrario, suma de
muchísimos ahoras explicándose por la presencia de lo anterior.