Nuestra
conciencia: mundo interior; irreal e íntimo espacio hecho de vastísimos imaginarios
donde recuerdos, anhelos y visiones terminan haciéndose pensamientos, voces…
Pensamiento
y voz: realidad comunicada. Las palabras son más que solo la envoltura del
pensamiento. Son parte de él, no solo el vehículo que comunica un contenido,
sino forma y parte del contenido mismo.
En el fondo, pensar es hablar. Es
hablarnos. Antes de decir, nos decimos con esas palabras que somos y nos
señalan; voces compañeras de los particulares vericuetos de nuestra existencia.
Ellas nos acompañan, nos orientan a la vez que nos encarnan. En su sentido
percibimos ecos de nuestro ser. Alimentan nuestras perspectivas. Ellas mismas
son parte de nuestras perspectivas, una prolongación de nuestra manera de mirar
y de entender.