“Toda teoría es
gris, y verde es el dorado árbol de la vida”. Dijo Goethe. Muchas veces
los seres humanos parecieran haber creído -o se pretendió hacerles creer- que
ciertas palabras podían vivir en regiones a las cuales no accedían las
circunstancias de la realidad. Palabras abstractas, remotas, irreales; no
surgidas de circunstancias concretas y humanos entornos, sino de la
voluntad de alguien, de algunos. Palabras que ocultan la realidad recreándose a sí mismas,
asumiéndose verdades indiferentes a esos destinatarios a los cuales se deben.