viernes, 6 de julio de 2018

SOBRE LA UNIVERSIDAD...


La universidad no posee un solo sentido, una sola “utilidad”. Existe para ella, desde luego, el reto de la necesaria formación de especialistas en determinadas áreas del saber; pero, junto a esa finalidad está otra: orientar a miles de jóvenes en el descubrimiento de una vocación, ayudarles a relacionar eso que aman hacer con cuanto pueda significar su aporte a la sociedad.
Acaso la mitificación del “especialismo” haya terminado por  despojar a la Universidad de uno de sus propósitos centrales: integrar a esos jóvenes que están comenzando a vivir dentro de modelos de convivencia más humanos. No es la única finalidad de la universidad formar individuos capaces de saberlo casi todo sobre casi nada y absolutamente carentes de una ética que dé sentido a cuanto están aprendiendo. Se impone otra intención: formar a los estudiantes en conocimientos tanto como en valores; ofrecerles respuestas necesarias, enseñarles principios de convivencia, transmitirles saberes de vida y para la vida; y que nunca dejen de interrogarse sobre el destinatario humano de esos saberes.
No existe un único modelo de universidad ni un solitario ideal universitario, lo que sí no debería dejar de existir es un proyecto universitario necesariamente relacionado con patrones de convivencia más justos e incluyentes.