Poco a poco, el joven comienza a madurar. Ya hombre,
va comprendiendo mejor los retos de su aventura dentro del mundo. Comienza a
entender que lo que no le interesa y lo que no le concierne no necesariamente
son la misma cosa. Entiende que está forzosamente obligado a dialogar con su
entorno; y, más aún, que podría ser capaz de acercarse provechosamente a ese
entorno a través de ciertos puentes que logró convertir en paisajes propios.